Twitter: @IngridScarlett
Para algunos comenzar un nuevo año es la oportunidad para establecerse nuevas metas dando una resiliente bienvenida a sus planes, para otros es equiparable a cerrar ciclos. Sea como sea nuestras acciones y decisiones están sofocadas por el ímpetu del destino que en su forma más sutil nos dice que hemos sido víctimas y victimarios de nuestro andar y es que yace desde hace miles de años la idea que cada ser humano es arquitecto de su propio destino.
Me divierte muchísimo como algunas personas evaden la capacidad de hacerse responsables de sus propias decisiones como si estas fueran generadas por un agente externo algo así como la novedosa película de Netflix, Black Mirror: Bandersnatch, donde existen realidades y finales alternativos, figuras esquemáticas y retóricas distintas para llegar al punto final de una historia, así actúan por costumbre algunas personas sin distinción de género.

En el tintero dejan la pluma y luego olvidan, o eso parece, que sus actos, decisiones y omisiones resalto esta última, tienen consecuencias a veces irreversibles en la ejecución de su propio guión de vida.
¡Somos lo que creemos que somos, creemos por lo que luchamos, luchamos por lo que tenemos!
Y así como en la vida pública como en la privada, parafraseando el cielo y la tierra, nos volvemos cómplices del destino al desafiar sus propias leyes, al insistir en ese sueño que se tiene que postergar, es eso o seguir en un letargo sin retorno en un extravío profundo en ese aspecto positivo todos deberíamos ser como el presidente Andrés Manuel López Obrador un hombre que se atrevió a retar al destino, construirlo, manipularlo, tal vez para hacer lo que le venía en gana para llegar a su destino.
La vida es un viaje donde no hay segundas oportunidades, es menester decir que al elegir con quien compartiremos ese viaje de ello dependerá también hasta donde podremos llegar, pues sin duda somos un compendio de interacciones, nos construimos en torno a los demás. Cada una de las personas con las que convivimos dejará dividendos de enseñanza que se multiplicaran en nuestra esencia si sabemos como invertirlos.

Se fue un año más, como todos los que le antecedieron, vertimos emociones de alegría o tristezas ante diversas situaciones y tendremos a bien recordar las cosas buenas porque la vida también se compone de recuerdos, esperemos que este 2019 que inicia esté más lleno de sonrisas que de llanto tanto en lo que nos concierne en nuestra vida personal como a nuestra sociedad en general.
Bienvenido el año 2019, sé que nos tiene cosas buenas reservadas para cada uno de nosotros.
¡Feliz año nuevo a darle con todo!