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La llamada ‘Tregua de Navidad’ de 1914 es un hito en la historia militar por el informal alto al fuego celebrado por los ejércitos alemanes y británicos estancados en las trincheras del frente occidental (Flandes, Bélgica) durante la Primera Guerra Mundial. La espectral tierra de nadie acostumbrada a las constantes detonaciones de artillería, por una noche, todo ruido bélico fue reemplazado por canticos navideños entonados por los ejércitos… después, los soldados volverían al crudo invierno, al deber y a la lucha por la sobrevivencia.
El conflicto no volvería a presenciar hechos similares ni siquiera en las Navidades subsecuentes y por el contrario se tornaría cada vez más devastador, culminaría cuatro años más tarde con la firma del Tratado de Versalles (11 de noviembre de 1918), registrando más de 16 millones de decesos (civiles y militares) y que se convertiría en el génesis de la Segunda Guerra Mundial, conflicto que escribiría una historia aún más dolorosa para la humanidad pocos años más tarde.

Aquel evento (que el 24 de diciembre cumple su 104° aniversario) está envuelto por historias que rayan en el mito o la leyenda, hay versiones que cuentan que la tregua se postergó hasta días después de año nuevo, que se extendió a otras regiones (dentro del frente occidental), que hubo una especie de intercambio de regalos entre ambos bandos y que incluso se celebró un partido de futbol entre los ejércitos que trascendería también en la historia del deporte (se cree que Alemania ganó aquel improvisado encuentro). Por cierto, en 2014 la UEFA organizó una ceremonia y un partido de futbol en conmemoración a aquellos hechos, para rendir homenaje
… a los soldados, que hace un siglo expresaron su humanidad en un partido de futbol escribiendo un capítulo en la construcción de la unidad europea y que son un ejemplo a seguir por las generaciones de hoy.
-Palabras del entonces presidente de la UEFA, Michel Platini.
A pesar de las discrepancias históricas apreciadas en las diferentes versiones que narran los extraordinarios sucesos de aquella noche buena, todas las fuentes coinciden en que fue un acto de humanidad en el escenario menos probable.
El mundo y la historia siempre han estado poblados de conflictos de toda clase, sin embargo, actos como el de aquella Navidad de 1914 en una Europa ahora irreconocible, recuerdan que aún el peor escenario y la noche más obscura pueden ser testigos de actos humanos, que si bien no son capaces de prestar consuelo al sufrimiento causado por años de guerra y de la pérdida de cuantiosas vidas, por lo menos impiden que el sueño de un mundo regido por la solución pacífica de conflictos se desvanezca por completo.
Se trata de gestos que no deben ser olvidados, sobre todo en un mundo que necesita de la aparición de estos actos cada vez con más urgencia.