Por: @gerardohdz_p
Sobre la mesa
El pasado primero de julio las personas reflejaron en las urnas el hartazgo hacia un sistema político obsoleto, desgastado y con pocos resultados. Pero la votación no fue razonada y, sin pensarlo, se volvió a elegir algo similar: un poder absoluto.
Muchos saben cómo se manejaba el país cuando el PRI tenía el control del Ejecutivo, el Congreso de la Unión, los estados, los congresos locales, los municipios y hasta de las delegaciones de las colonias. Hoy Morena pasa una situación similar, al menos con Andrés Manuel López Obrador en la Presidencia y la mayoría de los legisladores en las dos Cámaras.
Pensar que AMLO les ordena a los legisladores lo que tienen que aprobar es un poco precipitado. Lo que sí es un hecho, al igual que en los tiempos priistas, es que los diputados y senadores de Morena no cuestionarán nada de lo que proponga el presidente, ni pedirán rendir cuentas a sus cercanos políticos como Manuel Velasco, para evitar enfrentarse con su líder. Lo mismo ocurría en las épocas doradas del PRI, los legisladores del partido asumían un papel de complicidad.

Es cierto, Ricardo Monreal afirmó que el Senado es un poder autónomo cuando se le cuestionó sobre su propuesta de eliminar comisiones bancarias que desencadenó en un desplome de la Bolsa Mexicana de Valores. Pero Monreal es caso muy particular, pues su postura está más relacionada con una desobediencia hacia el equipo técnico y no hacia Obrador.
López Obrador ha tenido buenas propuestas, en especial en programas sociales como Jóvenes Construyendo el Futuro. Pero algunas de sus iniciativas no son la octava maravilla y requieren de una discusión a fondo porque significan retornar a las mismas prácticas de siempre.
Desde su campaña el actual presidente estaba a favor de la creación de una Fiscalía General autónoma, pero enfatizando que el titular sería elegido por el Senado de una terna propuesta por el Ejecutivo. El argumento de AMLO es el mismo de siempre, porque los que están en su proyecto son honestos y los que no lo apoyan no lo son, así que él jamás propondrá a una persona a modo para fiscal.
La Cámara de diputados aprobó en lo general y particular el dictamen con el que se creará la Fiscalía General. El nombramiento del fiscal será con base en el actual Artículo 102 constitucional, lo que se debió modificar primero, en el que se establece que el Ejecutivo propondrá una terna al Senado.
Pero un fiscal propuesto por el presidente y elegido por un Senado con mayoría del partido al que pertenece el Ejecutivo jamás será autónomo, no porque vaya a recibir órdenes directas del primer mandatario del país, sino porque en su tarea por combatir la corrupción podría tocar cables sensibles y el Senado se encargaría de removerlo.
El colectivo Fiscalía que Sirva en varias ocasiones señaló la importancia de modificar la forma de designar al fiscal.
Muchos de los legisladores ganaron por el efecto AMLO y no porque fueran los mejores candidatos, si no me creen, observen a Sergio Mayer ¡Ganó en las urnas! Ellos lo saben y sienten una deuda con el presidente, deuda que se paga con obediencia, aunque el mandatario no se las exija.
El país no va a cambiar de la noche a la mañana, pero los representantes de Morena tienen la oportunidad de sentar buenas bases para el futuro. Comenzar por quitarle al Ejecutivo la facultad de proponer la terna para elegir al fiscal es un buen paso, de todas formas, a la actual legislatura le iba a tocar elegir al titular. Pero cambiar el método de designación sería encaminar a la Fiscalía General a una verdadera autonomía en un futuro en el que los poderes se equilibren en México.
Para cerrar…
Fue el 4 de junio en Xalapa, Veracruz, cuando Olga Sánchez Cordero dijo que si llegaba a ocupar un cargo público y recibía un sueldo, pensaría en donar su pensión de exministra de la Suprema Corte de Justicia por 258 mil pesos mensuales.
Al parecer la reflexión concluyó en renunciar al sueldo de secretaria de Gobernación por 107 mil pesos al mes y no a la pensión de exministra. Lo aplaudible es que nadie había tenido ese gesto presidiendo un cargo tan importante, lo cuestionable es que López Obrador ha criticado los altos sueldos de servidores públicos y Olga ya se integró formalmente a la cuarta transformación.
A Sánchez Cordero no se le puede criticar por cobrar su pensión, es un derecho que tiene como cualquier otro trabajador del país. Pero si está convencida del proyecto de nación de AMLO, lo congruente era donar la pensión, al menos por el tiempo que esté al frente de la Segob.