Twitter:@JLUIS_CUEVAS
A estas alturas tendría que haber elegido un gran título para describir al mejor futbolista del mundo en este momento o bien, criticar su concepción en la gala de The Best. No. Tristemente esta semana hablaremos de algo gris, sucio, asignatura pendiente de nuestro país, reflejo de nuestra sociedad y cáncer de nuestro fútbol, sí, todo es nuestro, VIOLENCIA EN EL CLÁSICO REGIO.
Cuando era niño me tocó ir de la mano de mi padre a los estadios, en una que otra oportunidad tuve la suerte de bajar a las canchas y ver lo inmenso que podía ser el amor por el deporte más bonito del mundo, pasaron algunos años y mi gusto por coleccionar camisetas creció, confieso que irle al Necaxa me alejó de todo peligro en relación a las rivalidades que se pueden dar con otros equipos, con todo y ello siempre he sido precavido y cuando se ha tratado de ir a los estadios en mi adolescencia y hasta la fecha, he asistido de civil y es que inadaptados hay en todos lados.
Me ha tocado ver de cerca golpes, burlas y en una que otra ocasión peleas estúpidas entre pseudoaficionados que se consideran “el ambiente” y la pieza angular de lo que pasa en la cancha. Crecí y ya no pude ponerme la camiseta de mi equipo para apoyarlo en el estadio, quizá he exagerado, pero salvo en el Estadio Victoria en una final de ascenso del Necaxa, nunca más he efectuado tal acción, es injusto ir a un estadio y resignarte a apoyar sin la camiseta por temor a una represalia, hace poco fui a CU y me tuve que guardar el grito tras el gol de mis rayos por el líquido que vendría de arriba, no se vale ¿Qué nos pasó?
Así avanzamos en el tiempo y seguramente todos recordarán alguna historia particular en relación a los estadios, el peligro y nuestro fútbol. Lo acontecido en Nuevo León el pasado domingo es un nuevo ejemplo de nuestro lento aprendizaje, de la prioridad de particulares y la poca preparación que tenemos a la hora de actuar, dice el argot futbolístico que “En el Norte está la mejor afición de México”, situación que es debatible, y más ahora con dichos acontecimientos, si antes algo destacaba a las aficiones de Tigres y Monterrey, justamente era su capacidad para aceptar la derrota, para nunca dejar de alentar, pero… ¿Ponerse de acuerdo para enfrentarse cual bandoleros?, hasta la mejor afición de México ya se ensució diría el regio, yo solo puedo recordar que en Veracruz aficionados de Tigres ya tuvieron riñas con los escualos, y que en Puebla aficionados de Rayados ya encendieron butacas y destrozaron el estadio Cuauhtémoc, no señores, no son la mejor afición, son un reflejo de la sociedad.
Enrique Bonilla, Presidente de la Liga MX señaló que suspender el partido no era opción, según las autoridades dicha situación podría generar más violencia… no nos quieran ver la cara. También dijo que unos pandilleros disfrazados de aficionados ensucian nuestra liga, apreciación correcta, pandilleros que los equipos de fútbol siguen manteniendo regalando entradas y no exigiendo una credencialización para tener un mejor control de los grupos de animación. Otra de las declaraciones y que me parece la más sensata por parte de Bonilla, tiene que ver con el código de justicia “flexible” en nuestro país, no es posible que pagando una multa puedas salir libre, que nuestra justicia siga siendo de risa, que siga entregando la formación de más delincuentes que detrás de una camiseta de fútbol.
Señores Diputados y Senadores pónganse a chambear, dueños de los equipos cuiden el negocio, pero sobre todo a su consumidor, el fútbol sigue dando avisos y hoy es ejemplo de lo que es nuestra sociedad, donde cada uno se hace justicia por su propia mano, no respeta la ley, porque cuando se les necesita, estos huyen del lugar de los hechos –como los policías que pudieron evitar el enfrentamiento-, urge reformar, erradicar nichos de poder, y entender que al fútbol se va a disfrutar no a pelear. ¿Y a ti, en qué momento la playera de tu equipo te puso en riesgo?
HASTA LA PRÓXIMA