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Pancho suele ser el perro más tranquilo y relajado, nada lo inmuta. Pero que no empiece a nublarse, porque entonces buscará refugio desesperadamente.

Si la tormenta nos topa en un viaje en coche, bajarlo a media lluvia será casi imposible, lograr mover sus 27 kilos puede volverse una tarea titánica, no importa si lo soborno con un premio o una pelota, Pancho preferirá la seguridad que al parecer le provee el coche. Pero cuando le toca estar solo en casa, será capaz de abrir la puerta del armario y sacar todos los zapatos, para después meterse en el rincón más oscuro.

Sean truenos o tormenta, existen muchos perritos que sufren en temporada de lluvias al igual que mi Pancho –y por consiguiente, nosotros-.

Cuando llegó a mi vida, Pancho parecía una gelatina viviente en cuanto se daba cuenta que empezaba la lluvia y su corazón estaba a punto de salirse al escuchar el primer trueno.

Todos adoramos a nuestros perros y queremos cuidarlos cuando se sienten indefensos, pero contrario a lo que pensamos, cuando los apapachamos y tratamos de quitarles el miedo, se los terminamos reforzando. Muchos especialistas explican que se trata de un miedo natural y que tiene origen en sus mecanismos de supervivencia más antiguos, cuando vivían en los bosques.

Los perros, además, tienen una mayor sensibilidad auditiva, olfativa y de percepción de vibraciones a través de sus cojinetes plantares, por lo que aún estando dentro de casa, se darán cuenta que pronto empezará a llover y su instinto los llevará a buscar una “zona segura”.

¿Qué es una zona segura para mi perro? Un lugar regularmente estrecho como el espacio debajo de la cama o la mesa, el baño o el armario, oscuro y aislado del ruido. Estos lugares suelen darles tranquilidad y permitirles pasar la tormenta en paz.

¿Qué más puedo hacer por él? Permítele elegir su zona segura, no lo obligues o cargues a la fuerza, no muestres conductas diferentes a las de un día normal, de lo contrario le estarás comunicando que algo no está bien.

Si su ansiedad no cesa, préstale su juguete favorito, una carnaza y pon la televisión o un poco de música y continúa con tus actividades normales, es decir; distráelo, pero no alteres la rutina. Y si aún así ves que su jadeo y ritmo cardiaco no se estabilizan, procura buscar ayuda profesional para apoyarte en collares con feromonas relajantes o premios con vitamina B y calostro que les ayuda a estar más tranquilos, o terapia conductual.

Existen especialistas llamados etólogos que pueden apoyar en estos casos a nuestros cachorros, siempre asegúrate que se trate de un médico veterinario titulado y con la especialidad o maestría en etología, para garantizar que trabaje de manera profesional.

En la facultad de Medicina Veterinaria de la UNAM, puedes acercarte al área de etología, e integrarte a algún programa de diagnóstico y atención, o pueden recomendarte a alguno de sus egresados.